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Lámpara. Más de 45.000 productos. Asesoramiento profesional.
Las lámparas son dispositivos que transforman una energía eléctrica incluso química en energía lumínica. Desde un punto de vista más técnico, se distingue entre dos objetos: la lámpara es el dispositivo que produce la luz, mientras que la luminaria es el aparato que le sirve de soporte.
Según esta última definición, la luminaria es responsable del control y la distribución de la luz emitida por la lámpara. Es importante, pues, que en el diseño de su sistema óptico se cuide la forma y distribución de la luz, el rendimiento del conjunto lámpara-luminaria y el deslumbramiento que pueda provocar en los usuarios.
Otros requisitos que deben cumplir las luminarias es que sean de fácil instalación y mantenimiento.
Para ello, los materiales empleados en su construcción han de ser los adecuados para resistir el ambiente en que deba trabajar la luminaria y mantener la temperatura de la lámpara dentro de los límites de funcionamiento.
Además, las luminarias que funcionan con electricidad, deben presentar una serie de características para la seguridad de los usuarios frente a los contactos eléctricos. Todo esto sin perder de vista aspectos no menos importantes como la economía o la estética.
Entonces la lámpara es un aparato inteligente que ayuda a iluminar un espacio.
Antes de la invención de la luz eléctrica, las lámparas eran recipientes que contenían un líquido oleoso, que se hacía arder por medio de una mecha. El descubrimiento de la mecha (fibra de material combustible sumergida en grasa) se pierde en la oscuridad de los tiempos (se usaba ya en el neolítico superior). Con este descubrimiento nace la lámpara primitiva, que se reducía a una escudilla de piedra con una ranura para la mecha, hecha de musgo y una empuñadura para mantener la mano lejos de la llama. De este tipo de lámparas se han hallado varios ejemplares del Neolítico. Estas lámparas de piedra siguen usándose por algunos pueblos primitivos como los esquimales aleutas de Alaska, usando como combustible aceite de ballena.
Los pueblos mediterráneos empleaban conchas marinas en el cuarto milenio a. de J.C. En los tiempos homéricos se colocaban sobre altos postes, braseros que se alimentaban con leña y astillas. Este tipo de brasero colgante se emplea en la India para ceremonias religiosas.
Las lámparas griegas y romanas tienen su origen en Egipto, el tipo más primitivo consiste en un recipiente más o menos circular, con un mango y decorado con rayas, palmetas y dibujos similares. Otras eran abiertas y se llenaba de aceite o de grasa y sobre su superficie flotaba la mecha (llamada lamparilla), generalmente perforando un material flotante (corcho) para mantenerla vertical.
La lámpara romana tenía dos orificios. El del centro era para rellenarlo de combustible y en diametral-mentalmente opuesto otro, generalmente en forma de pico, por el que salía la mecha. Se decoraban más elaboradamente, con imágenes mitológicas, con forma de animales o busto humano, recibiendo unas y otras el nombre de lychnos entre los griegos y lucerna entre los romanos.